Me vais a permitir que utilice nuestras redes sociales para escribir este pequeño artículo de opinión a modo de reconocimiento y apoyo a las familias acogedoras y, en especial, a Rafael, un padre de acogida que, desgraciadamente ha sido noticia esta última semana.
Desde que escuché la noticia por la radio y más tarde la vi multiplicarse en redes sociales, no he podido dejar de pensar en ello. La muerte de un bebé de apenas 22 meses en circunstancias que aún se investigan es, ante todo, una tragedia que merece respeto, silencio y reflexión.
Pero más allá del dolor, hay una historia de generosidad que no debe quedar sepultada bajo titulares. La del hombre que cuidaba de ese bebé, Rafael, un maestro jubilado que, junto a su esposa, ha dedicado los últimos ocho años de su vida a acoger en su casa a niños y niñas del sistema de protección. No lo conozco personalmente, pero me resisto a creer que alguien capaz de tanto amor y entrega merezca ser juzgado con tanta ligereza.
Rafael ha criado a esos pequeños como si fueran sus propios hijos. No solo les ha dado comida, cuidados o techo. Les ha dado algo mucho más difícil de ofrecer: un hogar, un vínculo afectivo, una familia temporal cuando la biológica no podía serlo. Y lo ha hecho sabiendo que cada despedida dolería. Porque así es el acogimiento: una forma de amar sabiendo que aunque el amor hacia ese peque será eterno, la presencia física, no.
En estos días he leído comentarios llenos de desconocimiento y rabia. Personas que confunden acogimiento con adopción, que preguntan indignadas cómo le pudieron «dar» un niño a esta familia. Y es ahí donde creo que debemos hacer un alto y hablar con claridad.
El acogimiento no es una adopción encubierta. No nace del deseo de tener hijos, sino del deseo de ofrecer algo a quienes lo han perdido todo. Desde mi experiencia como familia adoptiva y actualmente familia canguro, sé que no siempre es fácil. Pero también sé que no hay mayor recompensa que saber que un niño, aunque solo por un tiempo, fue feliz con la familia que lo acogió, estuvo seguro y fue querido.
En nuestro centro tenemos contacto directo con familias acogedoras de bebés del Programa de Acogimiento de Cruz Roja. He visto de cerca lo que implica ese compromiso, y me quito el sobrero ante ellos. No es una labor sencilla ni exenta de errores. Pero es una labor inmensa. Y es injusto que solo hablemos de ella cuando ocurre una desgracia.
Hoy quiero enviar desde aquí todo mi apoyo a Rafael. No puedo imaginar el peso que lleva ahora en sus espaldas. Solo espero que la justicia actúe con rigor, sí, pero también con humanidad. Porque este hombre, que ha dado tanto sin pedir nada a cambio, ya carga con una condena que durará toda su vida: la del dolor por la pérdida y por un descuido fatal que seguro jamás quiso cometer.
Si queréis más información acerca de los distintos programas de acogimiento familiar que están en marcha en Almería, podéis dirigiros a:
Programa de Acogimiento familiar Cruz Roja. Acogimiento temporal o permanente de menores del sistema de protección. Rellenar este formulario y contactarán con vosotros. https://forms.office.com/e/GpasxL0K34.
Programa Familias Canguro. Programa de colaboración con Centro Indalo de Acogida para, una o varias veces en semana, sin pernocta actualmente, un peque de 0 a 7 años pueda disfrutar y conocer un entorno familiar. Podéis llamar a este teléfono 629 612 923 para más información