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«La importancia de la Atención Temprana en el desarrollo infantil»

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“Niño y niña jugando con una terapeuta infantil en una sesión de atención temprana, promoviendo lenguaje, movimiento y socialización.”

Cuando hablamos de Atencion Temprana en el desarrollo infantil nos estamos refiriendo a un acompañamiento activo y coordinado de los primeros años de vida que tiene como objetivo favorecer que el niño o la niña alcance, dentro de sus posibilidades, su máximo potencial. Como psicólogo infantil quiero explicarlo de forma clara y cercana para que cualquier familia, independientemente de su situación social, pueda entenderlo y sentirse parte del proceso.

¿Qué es la atención temprana?

La “Atención Temprana” es un conjunto de intervenciones dirigidas a la infancia (normalmente entre 0 y 6 años) que abarcan también su familia y su entorno. Su objetivo no es solamente tratar un problema cuando ya está instaurado, sino prevenir, detectar y atender de forma precoz cualquier señal de alerta en el desarrollo. (JuntaAndalucia)

Para familias que tienen niños o niñas con diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista (TEA) o sospecha de él, la atención temprana cobra un valor aún más importante: trabajar lo antes posible en socialización, comunicación, psicomotricidad, lenguaje y en la construcción de relaciones con otros. (ConoceTEA)

En nuestra página de Espacio Moma podemos ayudar a explicar cómo integrarlo al día a día familiar, pero aquí vamos a revisar los fundamentos y beneficios más importantes.

¿Por qué es tan importante intervenir temprano?

Podríamos destacar tres grandes razones:

  1. Ventana de oportunidad en los primeros años. Los primeros años de vida son claves porque el cerebro está en pleno desarrollo y es muy plástico. Una intervención bien orientada favorece que se consoliden conexiones, habilidades y rutinas que luego sostienen un desarrollo más armónico. 
  1. Minimizar el impacto de dificultades futuras. Si esperamos demasiado, pueden generarse “desviaciones” de trayectorias normales de desarrollo en lenguaje, socialización o psicomotricidad. Intervenir pronto reduce el riesgo de que esas diferencias crezcan. 
  1. Apoyo a la familia y al entorno. No solo es cuestión del niño o la niña, sino de la familia, del entorno y de cómo adaptamos la vida cotidiana. Una intervención temprana incluye a la familia como agente activo: aprender, acompañar, crear entornos accesibles y sensibles. Cuando hablamos de un enfoque inclusivo, respetuoso con la neurodiversidad y con la discapacidad, estamos reconociendo que cada niño o niña tiene su propio ritmo, sus propias fortalezas y retos, y que la intervención debe adaptarse a ello. Desde nuestro enfoque psicológico, defendemos que “intervenir” no significa “normalizar” a la fuerza, sino apoyar el desarrollo, la autonomía y la participación en la medida de lo posible, con respeto a la individualidad.

Áreas clave de la intervención temprana

Lenguaje

El lenguaje es una de las herramientas más poderosas que tiene el niño o la niña para comunicarse, para expresar sus pensamientos, emociones y para relacionarse con otros. Cuando existen señales de alerta —como que el niño hable poco, no señale, no utilice gestos, tenga dificultad para seguir órdenes simples— es momento de intervenir.


Se trabaja tanto el lenguaje expresivo (lo que el niño dice) como el lenguaje receptivo (lo que comprende), y también el uso de gestos, mirada, interacción verbal o no verbal. Cuanto antes se estimule el lenguaje, mejores son las oportunidades de que esa área avance de forma más fluida.


En casos de TEA, la intervención en lenguaje es particularmente relevante porque los niños y niñas pueden necesitar apoyos específicos, por ejemplo con sistemas visuales, gestos o apoyos de comunicación aumentativa y alternativa.

Para las familias: hablar cada día con el niño o la niña, leer juntos, describir lo que estamos haciendo, usar gestos, favorecer que imite, responder siempre a sus iniciativas son estrategias que pueden ponerse en marcha desde casa.

Psicomotricidad

La psicomotricidad engloba tanto el desarrollo motor grueso (correr, saltar, trepar) como el motor fino (manipular objetos, abotonarse, usar lápiz), y también la coordinación, el equilibrio y la conciencia corporal.

Una intervención temprana en psicomotricidad aborda retos como el retraso en gatear, sentarse, caminar, o dificultades en manipular juguetes o interactuar con el entorno. Trabajar esta área favorece que el niño o la niña participe mejor en su entorno, se mueva con seguridad, explore y aprenda.

Desde una mirada psicológica, mejorar la psicomotricidad crea también mejores oportunidades para la interacción con otros niños, para la exploración del entorno y para la construcción de autoestima.

En la práctica: incluir juegos de movimiento, actividades adaptadas a su nivel, espacios libres para explorar, van a marcar una gran diferencia.

Socialización

La socialización es la capacidad de relacionarse con otros, compartir experiencias, entender gestos, emociones, colaborar, jugar con compañeros. Es un área clave y muchas veces subestimada en los primeros años.


La intervención temprana en esta área incluye fomentar interacciones con iguales, acompañar las oportunidades de juego compartido, enseñar habilidades sociales (como saludar, esperar turno, compartir), y favorecer la participación en entornos cotidianos.

Para niños o niñas con TEA, la socialización puede requerir apoyos concretos: tratar la atención conjunta, la comunicación no verbal, la regulación emocional, la interacción en grupos. La literatura señala que “los niños y niñas que reciben un diagnóstico de TEA deben acceder cuanto antes a una atención temprana especializada e individualizada que promueva su desarrollo evolutivo y su calidad de vida”. (Autismo España)


Desde Espaciomoma.com podemos ofrecer orientaciones para que la familia, la escuela infantil o los cuidadores del entorno se conviertan en cómplices de esa socialización, adaptando el entorno más que cambiar al niño.

Intervención en TEA: Un enfoque especial

Cuando hablamos de TEA, la intervención temprana adquiere una dimensión particular. No vamos a “curar el autismo”, sino acompañar el desarrollo de la persona con autismo de modo que pueda comunicarse, relacionarse, aprender, sentir y participar de forma plena.

La evidencia indica que “en los primeros años de vida hay que estimular así se facilita la adquisición de nuevas habilidades sociales, comunicativas o cognitivas y se reducen los comportamientos desafiantes”. (ConoceTEA)

Desde el enfoque psicológico, la intervención incluye: detección precoz de señales de alerta, valoración integral del niño o niña, diseño de un plan de intervención individualizado, trabajo con la familia, coordinación con los entornos (escuela, ocio, salud) y revisión continua de los objetivos.

Y también es fundamental mantener un lenguaje respetuoso, centrado en la persona, en su neurodiversidad, evitando expresiones que patologicen o reduzcan su identidad.

Lo que pueden hacer las familias

Aquí os dejamos algunas recomendaciones prácticas que pueden aplicar desde el hogar o buscar asesoramiento especializado:

  • Establecer rutinas claras: los niños pequeños se sienten más seguros cuando las rutinas son coherentes
  • Hablar y narrar: descripción de lo que hacemos juntos en el día-a-día favorece el lenguaje y la comprensión.
  • Jugar juntos: el juego es el vehículo principal de aprendizaje en la infancia. Incluir juegos de interacción, de turno, de silencio y de movimiento.
  • Favorecer que explore el entorno: espacios seguros, tiempo libre, materiales adaptados.
  • Estimular la socialización: encuentros con otros niños, tiempo de juego fuera de casa, colaboración de cuidadores, herman@s.
  • Observar señales de alerta: si el niño o la niña no responde al nombre, tiene poco uso de gestos, no comparte juego o presenta un lenguaje muy limitado, conviene consultarlo. Gracias a recursos como los que ofrece la Asociación Autismo España o los dispositivos públicos de atención temprana se puede obtener orientación. (Autismo España)
  • Pedir ayuda profesional: psicólogo infantil, logopeda, fisioterapeuta infantil, equipo de atención temprana. Cuanto antes se pida, mayor margen de acción.
  • Cuidar la familia: reconocer que es un trayecto compartido, buscar apoyo, red de familias, reflexión sobre expectativas realistas y celebrar cada avance, por pequeño que sea.

Cómo la intervención temprana favorece el futuro

La intervención temprana no sólo genera beneficios inmediatos, sino que puede modificar la trayectoria de desarrollo: mejoras en la autonomía, reducción de apoyos necesarios más adelante, mejor integración educativa y social, mayor bienestar emocional para la persona y su familia. (Ocronos – Editorial Científico-Técnica)

En un contexto de neurodiversidad y discapacidad, esto significa que estamos apostando por oportunidades más equitativas para todos los niños y niñas, extendiendo la mirada más allá de la “curación” hacia la participación, la calidad de vida, la autonomía y el valor de la singularidad. Por eso, en Espacio Moma defendemos que la atención temprana es una inversión —no solo económica, sino ética y social— que repercute en toda la comunidad.

La Atención Temprana es una pieza clave en el desarrollo infantil. Intervenir a tiempo, desde un enfoque integrado, respetuoso, centrado en la familia y en la persona, hace que las diferencias no se conviertan en barreras insalvables, sino en caminos que acompañamos y habilitamos.

En espacio Moma os invitamos a ver este acompañamiento como un equipo: familia + niño/niña + profesionales trabajando juntos. Cada paso cuenta, cada interacción suma, cada mirada respetuosa transforma.

Si quieres conocer más sobre cómo lo trabajamos en Espaciomoma.com, puedes visitar nuestra sección de servicios y recursos sobre atención temprana, desarrollo infantil y neurodiversidad.


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